Relatos de Sara: «el drama de Siria»
Hoy mientras acababa de comer, en la TV daban la siguiente noticia relacionada con el conflicto de Siria “ Tragedia no cesa: 22 refugiados muertos en dos nuevos naufragios en Grecia”…yo, como muchos otros telespectadores hemos seguido comiendo, ¿ por qué? Porque estamos insensibilizados ante la avalancha de malas noticias en los medios. Acostumbrados a datos macro donde las víctimas son fríos números. La muerte se ha desmitificado y apenas parece importar.
Pero, en raras ocasiones ocurre algo, vemos casos que nos emocionan de verdad y por un breve instante tomamos conciencia de situaciones tan impactantes como son las consecuencias de la guerra. Os hablo desde la comodidad de un escritorio, y no tengo voz autorizada para dar lecciones a nadie. Sin embargo conozco alguien que sí puede dar algo de luz a tan mediático conflicto: Sara, una persona cercana, amiga alicantina estudiante de medicina, ha trabajado de socorrista y gracias a ello le surgió la oportunidad de ir a ayudar 15 días a la ONG catalana Proactiva Open Arms en Grecia. Apenas 10 km separan la costa de Siria de la de Grecia, la isla griega de Lesbos representa una oportunidad única de huir del conflicto y por ello día tras día decenas de botes llegan a sus orillas, justo ahí, en ese punto estratégico, es donde Sara acudió, y junto a un equipo de voluntarios socorristas, se encargaron de cubrir 12 km de costa.
En ese tiempo, Sara ha visto los dos lados de la moneda. Por un lado la imagen de la desesperación en forma de padres llorando con sus hijos en brazos, conscientes del viaje a vida o muerte que habían acabado de realizar, partos en la misma playa, personas con hipotermia e incluso fallecidos. Y por otro lado, y aquí viene mi sorpresa, Sara nos cuenta que algunos refugiados sirios son de clase media-alta y que, aunque resulte inverosímil, llegaban con su I-phone en mano haciéndose selfies con absoluta tranquilidad. Por lo que vemos que no todos los que huyen de la guerra son personas sin recursos.
«La experiencia me ha hecho ver la magnitud del problema. Desde la segunda guerra mundial nunca había habido tantos refugiados». Además, remarca que no se olvidaban de agradecer a los voluntarios allí presentes su esfuerzo, «Sucran», gracias en árabe, era lo que decían y transmitían mientras bajaban de los botes, sabedores de que acababan de sortear el viaje más importante de sus vidas.