Música como terapia: bienestar universitario a través de los acordes

Música como terapia: bienestar universitario a través de los acordes

La música es una fuerza universal que ha acompañado a la humanidad a lo largo de la historia, trascendiendo culturas, idiomas y fronteras. Más allá de su capacidad para entretener, ha demostrado tener un profundo impacto en la salud mental y el bienestar de las personas. Desde la antigüedad, se ha utilizado como una forma de expresión, comunicación y sanación. En el contexto universitario, donde los estudiantes enfrentan desafíos académicos, sociales y emocionales, la música emerge como una gran aliada.

Numerosos estudios científicos respaldan los beneficios de la música en la salud mental. En un artículo publicado en 2020 por Myriam Verena Thoma, investigadora del departamento de Psicología de la Universidad de Zurich, en el «Journal of Music Therapy», se exploraron los efectos de la terapia musical en la reducción del estrés y la ansiedad. Los resultados revelaron que la participación de estudiantes en sesiones de terapia musical disminuyó significativamente los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y mejoró el estado de ánimo de los participantes. 

Además, la música se ha asociado con la activación de regiones cerebrales relacionadas con el placer, la recompensa y la regulación emocional. La investigación de la neurocientífica Valorie Salimpoor publicada en 2015 en la revista «Nature Neuroscience», reveló que escuchar música que se percibe como placentera desencadena la liberación de dopamina en el cerebro, un neurotransmisor asociado precisamente con sensaciones de placer y recompensa.

En el ámbito universitario, donde los estudiantes a menudo enfrentan altos niveles de estrés y presión académica, la música puede ser una forma efectiva de autoterapia y autocuidado. Algunas universidades han comenzado a reconocer el papel crucial que desempeña la música en el bienestar estudiantil, incorporando programas y recursos que fomentan su uso como herramienta terapéutica. Según Antoni Rodríguez-Fornells, un investigador español reconocido en el campo de la neurociencia cognitiva de la música, esta “puede ser una herramienta terapéutica muy poderosa que puede mejorar el estado de ánimo y la calidad de vida de las personas, especialmente en aquellos que sufren de trastornos del ánimo como la depresión».

La terapia musical, que implica la participación activa en actividades musicales como tocar instrumentos, cantar o improvisar, se ha integrado en los servicios de asesoramiento y apoyo estudiantil en diversas instituciones educativas. Programas como «Mindful Music Moments» en la Universidad de Brown y «Music and Mind Lab» en la Universidad de Michigan ofrecen sesiones grupales donde los estudiantes pueden experimentar los beneficios terapéuticos de la música, reducir el estrés y mejorar su bienestar emocional. Según afirma el psicólogo y músico Marià Gràcia en su portal psicologiadelamusica.com “la dopamina, el neurotransmisor de la recompensa y de la motivación, nos empujará a querer superar más y más retos, a hacerlo todo cada vez mejor; la adrenalina nos hará sentir tan intensamente vivos que la vida cotidiana nos acabará pareciendo terriblemente insulsa”. Y añade que “la generación de endorfinas provocará un gran sentimiento de bienestar; las descargas de dopamina, serotonina y oxitocina igualarán casi la intensidad de un orgasmo o una experiencia de éxtasis”.

El poder de la música | Javier Pérez Garrido

Además, la música puede ser utilizada como una forma de expresión creativa y un medio para procesar emociones difíciles. Componer canciones, escribir letras o simplemente disfrutar escuchando música puede proporcionar a los estudiantes una vía para explorar y canalizar sus sentimientos, facilitando el autoconocimiento y la autorreflexión. 

Es importante destacar que la música como terapia complementaria no pretende reemplazar el tratamiento médico o psicológico convencional, sino complementarlo. Sin embargo, su accesibilidad, bajo costo y falta de efectos secundarios adversos la convierten en una opción atractiva y viable para mejorar el bienestar emocional. 
En conclusión, la música posee un poder transformador que trasciende las barreras lingüísticas y culturales, y su impacto en la salud mental y el bienestar no puede subestimarse. En el contexto universitario, donde el estrés y la ansiedad son omnipresentes, la música emerge como una herramienta invaluable para promover la salud emocional, facilitar la autorreflexión y fomentar un sentido de comunidad y conexión. Como dijo el renombrado compositor Leonard Bernstein, «la música puede nombrar lo innombrable y comunicar lo desconocido». En última instancia, la música nos invita a explorar las profundidades de nuestra experiencia humana y nos brinda consuelo, sanación y esperanza en tiempos de adversidad.

¡Dale play a la buena vibra! Comparte este artículo con tus contactos para que descubran por qué la música es una gran aliada para levantar el ánimo.

Christian Giner Leal

Cursando el Máster en Comunicación Digital

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