José Luis: “Antes de operarme para cambiarme de sexo solo pensaba en suicidarme”

José Luis, al que antes se le conocía por Nieves, tiene 45 años y se realizó un cambio de sexo hace más de 23, en una época en la que el conocimiento y la información de la gente y de los propios afectados sobre ese tema, era poco o nada y mucho menos en una pequeña ciudad de apenas 30.000 habitantes. Es un chico de mediana estatura y con algunas canas asomando ya en su cabello y en su perilla bien recortada. Tras sus gafas, sus ojos de color verde dan muestra de que, aunque haya sufrido, mantiene esa ilusión casi de niño de seguir luchando por conseguir llevar a cabo sus sueños. Actualmente trabaja de cocinero en un restaurante japonés, aunque su deseo es montar su propio restaurante y hacer fusiones con la variedad de tipos de cocina que ha aprendido a lo largo de su dilatada experiencia en restaurantes de todo tipo. Se le ve una persona extrovertida, aunque con un punto de timidez, pero eso no le impide hablar conmigo muy abiertamente.

 

¿Cuándo se dio cuenta de que su cuerpo no correspondía a cómo usted se sentía?

Cuando eres pequeño, no te lo planteas, yo era uno más, ¿yo qué iba a saber? Solo sabía que las niñas tenían vagina y los niños pene. Verdaderamente yo empecé a darme cuenta de que algo era distinto en mí cuando con cuatro o cinco años entré al colegio. Era un colegio de monjas donde todo eran niñas con uniforme. Al ver a todas con el uniforme yo sentía que era igual que ellas por fuera, pero por dentro no, aunque no sabía qué era.

 

¿A qué edad se plantea seriamente operarse para cambiarse de sexo?

A los 13 años el endocrino me dio unas pastillas placebo, que resultaron ser sacarina, para que mi madre se quedara tranquila porque pensaba que me sucedía algo físico, y me dijo a solas que ahora no se podía hacer nada porque no era legal, pero que cuando fuese mayor de edad lo hablaríamos, porque realmente él sabía que no me pasaba nada físico. Con 16 años me lo planteé y con 17 se lo dije a mi madre, bueno yo no, se lo dijo un amigo porque a mí se me hacía una “pelota” tan grande el darle ese susto a mi madre que se lo tuvo que decir mi amigo. Mi madre se quedó callada y al rato me dijo que me iba a apoyar en todo, pero a la mañana siguiente me dijo que no, que lo había pensado mejor, pero al final tuve muchísimo apoyo por su parte. A partir de esa edad empecé a buscar médicos. La primera operación me la hice a los 22 años, después de que una amiga muriera sin conseguir operarse. Ella era una mujer pero en su lápida ponía Jaime, la gente murmuraba en su velatorio y eso me afectó tanto que nada más pensaba en que a mí eso no me iba a suceder, que tenía que operarme enseguida.

 

¿Qué pasos siguió para llevar a cabo la operación? Explíquenos el proceso

Necesitaba un informe psicológico, la mala suerte que tuve es que fui a dar con una psicóloga muy católica, que en todas las visitas trataba de quitarme de la cabeza que me operara y convencerme de que me sometiera a más pruebas y eso que había estado yendo a su consulta todos los viernes durante más de ocho meses para tratarme, porque en esa época, antes de operarme y cambiarme de sexo solo pensaba en suicidarme, pensaba que era la única forma de liberarme de todo aquello. A través de un amigo encontré a un sexólogo que me indicó un cirujano en Valencia. Al final el médico que iba a operarme me vio tan convencido que obvió el informe psicológico, hoy por hoy hay una unidad maravillosa en la Fe de Valencia donde te aconsejan, te apoyan y llevan a cabo todo este seguimiento psicológico. Al no tener validez mi informe psicológico, a mí me operaron como “bajo manga”, como cuando antiguamente las mujeres iban a abortar al extranjero. Empecé a tomar inhibidores de estrógenos y a tomar hormonas, fue un choque en mi cuerpo que me hacía desorientarme, estar más revolucionado, hasta que se reguló, hoy en día sigo tomándolas. La primera operación me la hicieron en Valencia, me extirparon el pecho y me vaciaron. Llevaba unos doscientos puntos. Estaba muy dolorido pero me sentí tan bien y tan feliz. La segunda operación me la hicieron en Alicante un grupo de médicos internacionales, por eso soy una obra de arte (se ríe) y ahí me hicieron la reconstrucción del pene.

 

¿Cómo hacen una reconstrucción de pene?

En mi caso que fue hace más de veinte años, me cogieron de la pierna la carne, una parte de la vena femoral que lleva la sangre y la piel y la parte del nervio de la cadera. Tengo riego sanguíneo y sensación igual que la que tenía antes, por eso me dicen los médicos que soy una obra de arte (vuelve a reír). Me faltan los testículos que es la próxima operación que voy a hacerme, además de que he solicitado una prótesis que va sujeta al hueso de la cadera, porque yo no consigo una erección como cualquier hombre y aunque a mí no me condiciona para nada, pienso que parte del fracaso que he tenido con mis relaciones sentimentales, vienen por ese motivo. En unos ocho meses me operan.

 

¿Cuánto dinero le costó todo lo que se hizo?

Me costó unos trece millones de las antiguas pesetas (algo más de 78.000 euros). Conseguía el dinero a través de préstamos y trabajando. Desde hace unos años las operaciones de cambio de sexo las cubre la Seguridad Social, al menos en la Comunidad Valenciana.

 

¿Cómo reaccionó su entorno familia, amigos, vecinos, etc.?

La mayoría bien, las personas que me apoyaron dentro de mi familia mi madre, hermanos, etc. me apoyaron hasta el final y los que estaban en contra, simplemente se mantuvieron al margen. Con los años me los fui ganando. Antes de las operaciones llegué a sufrir varias agresiones físicas por parte de chicas y de chicos a los que incomodaba mi aspecto, para ellos era un “marimacho” y una lesbiana. Lo que peor llevé después de operarme fue el tener que dar explicaciones una y otra vez a la gente que me conocía y me preguntaba. En alguna ocasión, ya harto de dar explicaciones no decía nada, simplemente les cogía la mano y se la ponía en mi “paquete” (se ríe, aunque un poco avergonzado) me pasé un poco de rebelde.

 

¿Cómo le afectó psicológicamente el proceso?

Me hinché a llorar cuando terminé, porque es tanta la fuerza que hice para conseguirlo, que casi no me di cuenta. Pensaba que iba a ser una explosión de alegría y lo que me dio fue bajón, porque lo había luchado y me había costado tanto, además lo veía tan lejos que cuando lo conseguí era como ¿y ahora qué? No daba “pie con bola”, no me llenaba nada. Había estado toda mi vida tan centrado en eso que no sabía qué hacer después. Hasta que me di cuenta de que podía tener otras inquietudes, que se me abrían las puertas, porque de tener que estar escondiéndome y de no poder hacer casi nada, me di cuenta de que era inteligente, que me gustaba leer, que me gustaba la fotografía, que me encantaba la cocina, cosas que no hacía por vergüenza, para no tener que enseñar el DNI, incluso me saqué el carnet de conducir.

 

Después de terminar con las operaciones, ¿se quedaron cumplidas sus expectativas o esperaba otro resultado?

La verdad es que me quedé muy satisfecho, porque tuve mucha suerte con los cirujanos, el mayor problema que tenía era por la aceptación de la gente, por si me veían “rarito”. Aún hoy en día en algunas ocasiones me preguntan si soy gay (lo dice entre risas). Tengo complejos pero que ya tenía antes, soy gordito, tengo las orejas de punta (vuelve a reírse). Lo peor fue el papeleo, ya que hasta hace pocos años no pude cambiar mi nombre en el DNI y viajar me resultaba muy complicado.

 

 

¿Ha sentido algún tipo de rechazo por alguien al enterarse de que se había cambiado de sexo?

Sí, muchas veces, también me han usado como para probar de todo, sobre todo en relaciones de pareja, por eso yo no tengo sexo en las primeras citas, hasta que no veo si a esa persona se lo puedo contar. Yo mismo a veces me genero el miedo al rechazo y el miedo a enfrentarme a la hora de contarle todo a esa persona, porque no me cuesta hablar del tema pero ante desconocidos me entra miedo porque me han señalado mucho con el dedo. Hace poco estaba sacando a mi perro y me gritaron desde un coche “invertido, invertido”. Menos mal que yo me quiero mucho. Aunque hoy en día me trae muchos más problemas mi mentalidad más abierta que la de mucha gente que conozco.

 

 

¿En algún momento del proceso o de su vida, se ha llegado a arrepentir?

Jamás.

 

José Luis es una persona que a pesar de todo lo que ha pasado no pierde la sonrisa, ha luchado y sigue luchando por ser cómo es y porque su exterior refleje todo lo que es en su interior y que la naturaleza por error le negó. Hoy en día las personas que se someten a este tipo de operaciones lo tienen mucho más fácil que él lo tuvo hace más de 23 años, pero en cuanto al proceso interior por el que deben pasar, es prácticamente el mismo. La sociedad de hoy es mucho más tolerante que la de hace dos décadas, pero aún queda mucho por hacer para poder disfrutar de un mundo sin ningún tipo de prejuicio. Algún día.

María José Villar García

A pesar de que he empezado esta carrera un poco tarde, tengo 45 años, estoy muy ilusionada y contenta de haber dado el paso. Estoy cursando primero y es duro, porque además trabajo, pero me lo estoy pasando en grande con mis compañeros que son geniales. No sé qué conseguiré profesionalmente cuando acabe la carrera, ya que pienso que mi edad va a pesar, pero me sentiré muy satisfecha de haberlo logrado y también creo que mejoraré profesionalmente.

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