Verónica Arantxa Hedo, un ejemplo de la superación de la TCA.
En el mundo actual, somos conscientes de los problemas que tiene la sociedad y en concreto sus individuos, entre estos, podemos destacar los Trastornos de la Conducta Alimentaria o conocido con sus siglas TCA. A día de hoy se trata de un asunto que es relativamente usual entre adolescentes y mujeres, pero se puede superar.
Un ejemplo de esa superación es Verónica Arantxa Hedo, una joven albaceteña que cayó en las redes de la bulimia, pero consiguió salir y superarlo a pesar de las dificultades.
P: Buenas tardes, Verónica. Lo primero, agradecerte que hayas accedido a contarnos tu experiencia y a hablar conmigo con tan poco tiempo. Cuéntanos primero un poco acerca de ti, de donde eres, tu familia…
R: Buenas tardes. Gracias a ti por interesarte y confiar en mí.
Soy una chica de 29 años, nací en Albacete de chiripa y exceptuando dos años, que los pasé en Valencia estudiando nutrición y dietética, he vivido aquí.
Mi vida, desde pequeñita ha sido algo complicada… En el colegio se metían conmigo por mi voz, mis orejas (las tenía de soplillo); tenía la autoestima muy baja debido a esto y a que me infravaloraban académicamente. Siempre he pensado (no es de ahora) que cada uno es bueno en algo, se diferencia en algo de los demás, destaca en otra cosa, entiende de esto o lo otro, se especializa en aquello o lo de más allá… Es decir, cada persona está cualificada para algo de forma innata o aprendida, según su interés, posibilidad o capacidad, lo que me llevaba a pensar que un grupo de veinte personas no puede obtener excelentes resultados en diferentes materias (sí, hago referencia al colegio, instituto y universidad).
Hice primaria, secundaria, bachillerato (hice el de artes, me quedaron dos asignaturas, lo dejé e hice el bachillerato de ciencias de la salud, los dos cursos en un año, ¿quién dijo que no era capaz?).
En cuanto al físico, nunca he estado satisfecha, no sé por qué, si todo el mundo me dice que estoy estupenda (y realmente es cierto, soy guapa y tengo buen físico, pero no termino de creérmelo). Supongo que en estas cosas afecta todo: soy una persona muy nerviosa, inquieta, ansiosa, sufrí el fallecimiento de mi padre, el cáncer (ya superado) de mi madre…
P: Lo primero, cuéntanos un poco qué son estos trastornos alimenticios, la anorexia y la bulimia, y qué diferencias hay.
R: Un TCA (Trastorno de la Conducta Alimentaria) es, como indican las siglas, es un desvío de la normal conducta alimentaria o un descontrol o control exagerado del peso corporal
Según tengo entendido, estas dos enfermedades, son grupos de trastornos en los que el paciente tiene alterada su realidad.
Hay muchos tipos de TCA, aunque se hable más de anorexia y bulimia. Y dentro de estas dos, hay diferentes diagnósticos e histologías.
La anorexia es el exceso de ayuno cuyo objetivo es evitar la ingesta de calorías y, por consiguiente, el aumento de peso.
La bulimia, en cambio, consiste en ingerir de forma descontrolada gran cantidad de comida (la que sea, pero generalmente, comida basura) en un corto período de tiempo. La ingesta de comida envía al hipotálamo la señal de placer y saciedad. Lo “jodido” de esto, es el arrepentimiento. Después de comer, viene la purga (vómitos, laxantes) o el ayuno y purga, sintiendo que lo que se ha ingerido ha salido del organismo y así se evita el aumento de peso.
P: ¿Cómo y cuándo empezaste con esta enfermedad de la bulimia? ¿Qué crees que lo desencadenó?
R: El cómo no lo recuerdo, sinceramente… El cuándo creo que tampoco. No estoy segura.
Los motivos de esta enfermedad generalmente son la baja autoestima.
En mi caso, efectivamente, la baja autoestima, y además el TAG (Trastorno de Ansiedad Generalizada). La ansiedad es la sensación de no poder controlar una situación, de no verle solución a largo plazo, de no poder hacer nada por remediar algo. Algo incluso a veces, exagerado.
P: ¿Cuándo te diste cuenta de había algo que no iba bien?
R: Me di cuenta de que algo no iba bien cuando ya estaba muy metida. Al principio yo pensaba que lo tenía controlado, pero lo hacía con bastante frecuencia. Realmente yo sabía que el problema estaba ahí, pero lo ignoraba, era… una vía de escape.
Empecé a caer en la gravedad del asunto cuando se lo confesé a mi pareja y él me dijo que ya lo sabía. Ahí fue cuando lo hablamos. Me dijo que no sabía cómo decírmelo porque es un tema muy delicado, sabiendo, además, mi historia con la ansiedad y bueno, mi historia en general.
P: ¿Qué hábitos te hizo tener? ¿Cómo cambió tu vida si es que lo hizo?
R: Nunca me he dado atracones exagerados, soy chiquitina y no puedo comer muchísima cantidad. Para mi, un atracón sería comerme una caja de Pringles entera, una pizza entera y bolsas de gusanitos, palomitas, etc. …
No cambió mi vida demasiado, o eso creo. Al menos, en cuanto a rutina, estudios o trabajo.
Seguía haciendo mi vida “normal”, solo que son eso a cuestas.
P: ¿Qué hay en la mente de una persona que sufre estos trastornos? ¿Qué significan la báscula y el espejo, y qué se siente con lo que se refleja en ellos?
R: En mi caso, mi mente es una batidora. Siempre hay algún fallo en algo. Soy muy inconformista. Nunca estoy satisfecha o contenta al 100%. Veo pegas a casi todo.
Todo puede mejorar, y eso me causa a veces un estado de ansiedad incontrolable.
Soy muy exigente y perfeccionista.
La báscula es mi enemiga. Me da miedo. Cuando me he afrontado a ella, he terminado dándome asco. El espejo es algo que en mi cabeza crea una dualidad muy rara, me explico: me veo guapa, de cara, de cuerpo siempre veo fallos, mejoras, cosas que no me gustan (lo normal, ¿no? Si fuese por nosotros, los humanos, seríamos Frankensteins). Me gusto y me repugno a la vez… Es una lucha constante conmigo misma y con mi mente.
P: ¿Cómo conseguiste superarlo? ¿Cómo fue el proceso de aceptación y superación?
R: Creo que nunca lo he llegado a superar del todo. De vez en cuando hay recaídas.
Generalmente, los pacientes de TCA, suelen ser tan exigentes consigo mismos, que nunca se llegan a aceptar tal y como son.
P: ¿Recibiste ayuda y apoyo de tus familiares y amigos? ¿Cómo actuaron y lo llevaron? ¿Acudiste a algún profesional, un psicólogo o algo? ¿Te sirvió?
R: Claro que recibí ayuda de mi familia. Sobre todo de mi pareja, que es quien sabía todo.
Actuaron con la normalidad que la situación les permitía. Yo me daba cuenta de que me observaban más de lo normal, eso era algo estresante, porque piensan que no te das cuenta.
Acudí y acudo a psiquiatra. ¿Me sirve? Bueno… Siempre podría contarles algo más de lo que les cuento.
P: ¿Notas alguna consecuencia que tengas en la actualidad, tanto física como mental o social?
R: Sí, sobre todo psicológicamente. He aprendido a llevarlo de otra forma, a tener más autocontrol, aunque también a exigirme más.
Socialmente me ha afectado muchísimo. Me encerré tanto en mi misma que dejé todo de lado con mentiras y ocultándome.
A día de hoy todavía me cuesta ser “normal” con la gente. Siempre siento que no encajo, pero esto no creo que sea por la enfermedad, sino porque soy así, y en parte, me gusta. Conozco todo tipo de gente, quedo con todo tipo de personas, pero nunca me termino de sentir agusto, me aburro, no sé qué decir o hacer.
P: Actualmente las redes sociales son el mundo de los jóvenes y adolescentes. En ellas se mueve muchos estereotipos y prejuicios. ¿Crees que todo eso afecta o fomentan los trastornos alimenticios?
R: No solo que lo fomentan, sino que lo crean. Son un cáncer psicológico, a mi parecer.
Nadie puede crear de sí mismo algo que no tienen sus genes, la mente hace maravillas, pero no llega a tanto.
P: Hay una tendencia ahora que son los blogs y páginas que son pro Anorexia y Bulimia, conocidos como los pro Ana y mía. En estos blogs distintas personas se apoyan y se dan ánimos para no comer o seguir vomitando lo que se ingiere y defienden esa situación. ¿Qué opinas de ello?
R: Me sorprende esta pregunta porque hace tres días que conozco esto.
Me parece un auténtico atentado contra la integridad de la salud mental. Es una completa barbaridad que se apoye una enfermedad para mantenerla o aumentarla, sea cual sea. Es ofensivo, es un apoyo al no retorno, es un apoyo al suicidio, es un apoyo al maltrato, es una monumental barbarie, que cómo no, hemos creado los humanos, estúpidos e inútiles humanos. Me cabrea muchísimo que existan este tipo de sociedades que se apoyan para autolesionarse física y psicológicamente.
P: ¿Por qué crees que las mujeres son más propensas a caer en estas enfermedades? ¿Y los adolescentes?
R: Supongo que el cómo está todo montado, el rollo de que la mujer tiene que ser “así o asá” y hacer “esto o lo otro” (no voy a meterme en estos temas tan polémicos).
Las generaciones han ido cambiando y creando modas, y como somos tan inteligentes, las seguimos, como las mujeres de Botero, eran en ese entonces la belleza, eran gorditas, era lo bonito. Más tarde, una mujer con curvas. Ahora, una mujer con aristas, sin curvas, delgadas.
Los adolescentes son propensos a caer en cualquier tipo de subnormalidad porque aún están conociendo mundo, conociéndose a sí mismos, a su entorno, quieren ser diferentes y lo demuestran de forma agresiva, destructiva. Son mentes inofensivas y moldeables.
P: ¿Alguna vez has creído que recaías?
R: Sí. He recaído.
P: ¿Qué consejos darías para personas que están pasando por ello, o a gente que pueda empezar a sufrirlos?
R: Me gustaría ir personalmente a la unidad de TCA de algún hospital a ayudar.
No somos tan importantes para los demás como para tener que demostrarles nada, por tanto, no merece la pena autolesionarnos para llamar la atención de nadie, ni siquiera la nuestra propia.
Aconsejaría que se pidiese ayuda a la mínima sospecha. Que aprendan a quererse, a cuidarse, y con cuidarse no me refiero a comer bien, hacer deporte, etc., que también, por supuesto, sino a cuidarse mentalmente, a mimarse, a permitirse fallos y errores, a aprender a conocerse, a aprender a saber que son personas, no una masa de plastilina moldeable, a ser conscientes de que tienen sentimientos, orgullo, dignidad. Aprender a ser humanos, que es lo que somos.