«Godzilla», la nueva era del rey Kaiju
Irremediablemente cuando uno escucha el nombre del monstruo nipón tiende a crear cualquier comparación con la película que hizo el director Roland Emmerich en 1998. Las versiones y quejas hacia la criatura a lo largo de los años han dado una imagen de la película muy distinta al resultado final.
No sabía a lo que me iba a enfrentar cuando escuché por primera vez que el proyecto salía adelante, pero si sabía (o esperaba mejor dicho) que Hollywood había aprendido la lección sobre qué interesaba a los fans del lagarto gigante (ojo, que reconozco que la película de 1998 me pareció entretenidísima, si, lo reconozco) para crear una adaptación fiel a la primera allá por el año 1954.
Los primeros tráiler y posters me dejaron con buen sabor de boca al no mostrar más allá de lo que al principio todos nos imaginamos: Destrucción, explosiones y un bicho gigante creando destrucción y explosiones en diversas ciudades. ¿Cuál ha sido la impresión después de salir de la sala?, bien…
Lo primero de todo, la película respeta la franquicia original, es decir, el argumento tiene pendiente los sucesos de la primera película en el año 1954, y los acomoda a la visión actual introduciéndolo en la trama como si fuese la primera película de todas.
Es cierto que han cambiado el transcurso de la historia y el modo en el que la humanidad ve a la criatura, sí, pero creando una linealidad idílica que no desentona en absoluto con la idea que se nos presenta. Por lo cual tenemos una historia buena introducida por un reparto acertado. Aquí tenemos los quince minutos de Bryan Cranston, donde decir que lo borda se quedaría corto, y en donde Aaron Taylor-Johnson, Ken Watanabe, Elizabeth Olsen saben llevar la historia a un ritmo perfecto sin desencajar el personaje.
Godzilla es un atractivo para los fans del género ya que, sin entrar en detalles ni spoilers, saca poco a poco su armamento melancólico de todos los apartados de la mitología de la criatura. Una película que, sin andarnos con tapujos, emplea la técnica “Jaws” desde el principio, presentándote a la criatura como una deidad inapreciable, y así será hasta prácticamente el final de la cinta, donde lo único que vemos son ciertas extremidades y atributos de su cuerpo.
Una técnica bien empleada ya que la cinta se presenta como un argumento in crescendo para no poner toda la carne en el asador desde el primer momento. Una dosificación de la acción muy buena para no aburrir al personal.
Como conclusión, Godzilla es una de esas películas que despierta tu niño dentro de la sala. Una cinta en donde el director Gareth Edwards sabe perfectamente lo que se hace y domina a la perfección la manera de introducirnos al kaiju y todos los elementos.