Voluntariado como forma de vida

Voluntariado como forma de vida

Van a clase o trabajan por la mañana y por la tarde, salen con sus amigos. Algunos tocan instrumentos, otros prefieren montar en monopatín. También pasan tiempo con sus familias. Pero lo más importante: dedican una parte de su día a ayudar a los demás. Ellos hacen todo eso con una sonrisa, y no, no son superhéroes. Simplemente son jóvenes y disfrutan de la vida como cualquier persona de su edad. La diferencia reside en que ellos están hechos de una pasta especial. La del voluntario.

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Hacerse scout, colaborar con Cáritas, con Cruz Roja o Protección Civil, con una asociación local o incluso irse a otro país a ofrecer sus manos para ayudar a quien lo necesita. Hay muchas maneras de ser voluntario, la única condición es realizar las tareas desinteresadamente y siempre con una sonrisa, sintiendo orgullo de lo que se hace: “No hay nada más grande que el corazón de un voluntario”, afirma Sergio Medina, voluntario en Cruz Roja. Para ellos, ver la cara de felicidad de la gente con la que comparten su tiempo es el gran premio.

España en 2011 tan sólo tenía un 31% de personas que reconocían haber realizado tareas de voluntariado en alguna ocasión. Un dato que sabe a poco a un colectivo que crece cada año, lento pero con paso firme. Este crecimiento prolongado se debe a que los tiempos de crisis provocan que la solidaridad salga a relucir entre la población y que todos nos convirtamos, casi sin saberlo, en voluntarios. Como corroboran datos como los del Banco de Alimentos a nivel nacional, más de cien mil voluntarios ayudaron el año pasado a recoger y distribuir más de 20 millones de kilogramos de alimentos destinados a familias que lo necesitan. Gracias a ello se dio de comer a un millón y medio de personas.

 

10402705_392680050890042_7599806065102647095_nPuede que sean pocos, pero cada año se destina un día a honrar a aquellos que sin esperar nada a cambio dedican sus esfuerzos y parte de su tiempo a colaborar con diferentes causas. Ese día es el 5 de diciembre, conocido como el Día del Voluntario. Y es que, como dice el Presidente local de Cruz Roja Socuéllamos: “Ser voluntario, debe ser un orgullo para todos los que cada mañana nos levantamos esperando la llamada de socorro de alguien que nos necesita”.

Sin embargo, por muchos reconocimientos que se les haga, no sienten que su labor sea algo extraordinario. María Cantero, voluntaria de la Asociación de familias y amigos de personas con alguna discapacidad, afirma que “velar por la seguridad de los demás es fundamental. Al final sólo somos personas cuidando de otras personas”. Ante todo, la humildad es la primera regla del voluntario.

Una tarea tan agradecida como criticada

Aún así, a día de hoy, sigue habiendo algunos prejuicios sobre el voluntariado. La otra cara de la moneda, una cara más sombría que la del voluntario, es la de las personas que son reticentes a designar algo de su tiempo a echar una mano. “Hay gente que piensa que cuando eres voluntario es que sólo te dedicas a cuidar a gente discapacitada y no es así. Eso les echa para atrás. Pero hay muchas más cosas por hacer. A mí lo que más me llena son los niños. Cuando realizamos los campus de verano me siento como uno de ellos” apunta María Cantero. Resulta triste ver que en pleno siglo XXI hay personas que se niegan a hacer labores de ayuda a los demás porque piensan que son tareas inferiores. Sin embargo, los que sí las realizan no tienen ni una mala palabra para ellos: “Me gustaría que hicieran un paréntesis de una hora para hacer algo que le facilite la vida a alguien. Apostaría lo que fuera a que, aunque no lo reconocieran, les gustaría”.

A pesar de eso, ellos tienen la cabeza bien alta. “No me arrepiento ni me arrepentiré jamás de haberme hecho voluntario, ya que me ha dado muchas cosas en todo este tiempo. El mundo necesita más gente como nosotros; la pena es que no todo el mundo es igual, pero mientras tanto yo intentaré seguir dando lo mejor de mí para toda la gente que lo necesite” apunta Daniel Sancho, voluntario de Cruz Roja. Y es que, la vida de los voluntarios se podría resumir en el famoso refrán de “No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”, porque ellos no necesitan más que terminar el día con la satisfacción de haber podido ayudar a alguien.

Alba Gómez Carrasco

Estudiante de Publicidad y Relaciones Públicas en la Universidad de Alicante, con la maleta llena de sueños y mucho camino que recorrer.

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