“En Crossfire quería hablar de amistades conflictivas”
Elena Sempere, nacida en Alicante, ha trabajado en el mundo de la ilustración y el cómic tanto en encargos privados como en el fanzine XprésaT o en el concurso XII Días de Cómic de Alicante, donde su manga Flotando sobre mis sueños se alzó con el premio de la IV edición.
El pasado VI Salón del Manga de Alicante, charlamos sobre su última obra, Crossfire, publicada por la editorial Nowevolution, sobre su trayectoria y sobre sus influencias.
¿Cuándo y cómo decides convertir la ilustración y el cómic en profesión?
Yo siempre había tenido claro que quería dedicarme al dibujo. Desde pequeña soñaba con trabajar en animación y hacer películas con Disney, así que dibujaba todo el tiempo. Conforme fui creciendo, veía más difícil acceder a ese mundillo, no tenía medios ni información para estudiarlo, así que, casi de pronto, pensé que el cómic me proporcionaba la misma satisfacción y era un trabajo que sí podía realizar yo sola y con mis medios. Eso fue cuando tenía unos 15 años. Desde ese momento lo vi claro y no he dejado de trabajar en este campo.
¿Cuáles son tus obras y artistas de referencia?
A nivel general, claramente mi mayor influencia es Disney. A la hora de narrar, tiro mucho del estilo manga, de autores como Shirow Miwa (autor de Dogs: Bullets & Carnage), Narumi Kakinouchi (Vampire Princess Miyu) y Rumiko Takahashi (Ranma 1/2). A nivel personal, me influye mucho el trabajo de los autores españoles, especialmente de Kenny Ruiz, al que tengo de referente y que me ha motivado mucho a trabajar y esforzarme. Su obra Dos Espadas marcó un antes y un después para mí como dibujante. En el caso concreto de Crossfire, las mayores influencias vinieron del cine negro, Shirow Miwa; y Roger Ibáñez y Raule, autores de Jazz Maynard.
¿Qué suele ser para ti el germen de una historia, dibujos y bocetos o una idea del guión?
Ambas cosas vienen un poco de la mano. Normalmente parto de un concepto, una idea sobre la que quiero hablar y creo un personaje que lleve ese mensaje. En el caso de Crossfire, quería hablar de amistades conflictivas, así que los dos protagonistas nacieron a la vez. Suele salir por capricho, por alguna estética o concepto con el que quiero trabajar. A partir de ahí, la historia se hila prácticamente sola.
¿Qué disfrutas más, la escritura del guión o la elaboración de páginas?
Diría que el dibujo, pero también que es la parte en la que más sufro. En el dibujo, puedo recrearme más, veo un resultado más cerca del final y obviamente, todo es más visual. Pero hacer el guión es más relajado, te sientes más cómodo de revisar, componer las escenas, dejarte un poco llevar por lo que se te va ocurriendo, y con menos limitaciones de técnica.
¿Entintas con rotulador o tableta gráfica? ¿Qué te es más cómodo, qué prefieres?
Crossfire está entintado en su mayoría con plumilla y tinta china. Después, digitalizaba las páginas y las corregía con la tableta. Ahora tengo más costumbre de entintar con tableta, es más rápido y limpio.
Al hacer manga trabajas mayormente en blanco y negro. ¿Qué ventajas e inconvenientes le ves?
Es mucho más simple y más rápido trabajar en blanco y negro. También te permite jugar con otros efectos más dinámicos, enfatizar contrastes y usar recursos narrativos típicos del manga. Admito que el color no se me da demasiado bien, así que trato de explotar lo que ofrece el blanco y negro, aunque el color suela ser más vistoso. Aún así, no es más que una cuestión de estilo.
Haces tanto ilustración como cómic. ¿Cómo distribuyes las horas?
Básicamente, invierto todo el tiempo libre que tengo en dibujar. Trabajo por cuenta ajena por las mañanas, así que en cuanto termino de comer, me pongo con los proyectos que tenga. Calculo el tiempo que tengo para hacerlo y qué cantidad de trabajo debo realizar cada día, pero admito que rara vez lo cumplo (risas), siempre corro cuando se acerca la fecha de entrega.
Durante un tiempo, dirigías y maquetabas el fanzine digital XprésaT. ¿Cómo surgió y que tal fue la experiencia?
El fanzine surgió en un foro en el que nos reuníamos gran cantidad de dibujantes, por aquel tiempo noveles (hace unos diez años, así que ahora muchos de aquellos dibujantes son profesionales hoy en día). Queríamos hacer la típica revista en la que cada autor hace un capítulo de serie cada número. Las dos primeras ediciones tuvieron una afluencia de trabajo enorme, pero para el tercero, la persona que se encargaba de montarlo no disponía de tanto tiempo, así que me ofrecí a hacerlo yo. Así acabamos sacando unos 12-13 números. Aprendí mucho llevándola y viendo el trabajo de los autores que participaron.
Antes de Crossfire has publicado webcómics y ganado concursos. ¿Lo consideras los pasos a seguir, de menos a más páginas?
No veo que sea obligatorio, cada uno se traza el camino de la forma a la que mejor se adapte, pero sí que recomiendo encarecidamente que, antes de embarcarte en un proyecto largo, hayas comprobado que eres capaz de soportar la carga en proyectos más pequeños. 200 páginas son un porrón de tiempo y trabajo, más del que estimas antes de comenzar, así que todo el entrenamiento que lleves encima, te va a venir mejor. Los concursos están bien, y suelen ser algo corto y puntual con un incentivo (pero suelen resultar algo frustrantes a veces). Los webcómics y los fanzines son geniales, tanto para tomarlos como práctica, como para tomarlos en serio como medio de sacar adelante tu proyecto. La clave está en ser constante y responsable de tu trabajo, uses el medio que uses.
Crossfire, “fuego cruzado”. ¿Por qué este título y por qué en inglés?
El título me dio un montón de quebraderos de cabeza (risas). Al principio se iba a titular «Isaac», a secas (en el contrato aparece así), pero vimos que no era nada especial, y que daba un protagonismo total a uno de los personajes, cuando quería que se tratara al dúo con casi la misma importancia. Barajé muchos títulos, que sonaran atractivos y fáciles de recordar. Al ser un cómic de misterio y suspense, al estilo del cine negro, poner un nombre en inglés encajaba, así que al final decidí «Crossfire». En la historia hay varios conflictos entre distintos personajes, y de alguna forma acaba pagándolo el que cae en medio.
Nos encontramos con un cómic de acción y sicarios. ¿Por qué este género?
Admito que el género se sale de mi área de confort. Los proyectos que había comenzado anteriormente solían tener estilos más suaves y menos dinámicos, pero solían avanzar con mayor lentitud porque los protagonistas se conocían al comienzo de la historia y tardaban en interactuar por completo. Quería hacer una historia con un dúo de personajes que desde la primera página desprendieran camadería y confianza, y que pudieran tener reacciones radicales y bruscas. Digamos que era el género vino después de decidir el tema principal que quería tratar en el cómic.
¿Cuánto tardaste en crear Crossfire sumando guión y dibujo?
Desde que contacté con la editorial hasta que salió en papel, 3 años. Alternaba mi trabajo con el cómic, y la editorial me puso facilidades para que lo dibujara a mi ritmo. Suena largo, pero es un proceso lento en el que toca ser constante.
En la obra, cada capítulo tiene el titulo de canciones reales que incluso se llegan a “escuchar” en algunas escenas. ¿Por qué escogiste esas canciones?
En primer lugar, porque soy terrible con los títulos (risas). Pero sobre todo porque yo, cuando escribo, necesito tener la música adecuada que me transporte a la escena que tengo que imaginar. Poco a poco fue creando una lista de canciones que me inspiraban y que de alguna forma podían definir o ambientar el capítulo.
El manga está publicado por Nowevolution. ¿Cómo os pusisteis en contacto?
Cuando decidí que quería sacar Crossfire de forma profesional, revisé qué editoriales podían acoger el trabajo, y entre ellas estaba Nowevolution, que ha estado publicando manga español y latinoamericano desde hace años. Les envié el proyecto, con muestras de las páginas y el guión, y concertamos encontrarnos durante un Salón del Manga de Barcelona. Allí estuvimos comentando sobre el proyecto y el interés que tenían para sacarlo, y al poco nos pusimos manos a la obra.
¿Cómo ves la industria del manga en España?
Mal, aunque no me guste tener que admitirlo así de rotundo. Mal en el sentido de que no hay público suficiente que quiera invertir y consumir todo el producto que los artistas están dispuestos a producir. La recepción es más escasa de la necesaria, y no estamos a la altura de mercados más grandes como el japonés, el americano o el francés, donde hay una costumbre más extendida de consumir cómic.
En cuanto a la calidad del manga hecho en España, cada vez es más y mejor, nada tiene que envidiar al producto extranjero. Propone otro estilo, otros puntos de vistas a los que estamos acostumbrados, y eso añade variedad a la hora de decidir qué comprar.
Aunque se ve que algo ha mejorado en los últimos años, no es suficiente y hay que buscar otras formas de publicar o ganarse el sueldo, ya sea por crowfundings, autoedición, trabajar para fuera de España o combinarlo con otros trabajos.
¿Algo que hayas leído últimamente y recomiendes?
¡ORANGE! (risas) Orange es un manga shojo que me ha impresionado mucho este último año. Se lo recomiendo mucho a todo el mundo. Últimamente no he tenido mucho tiempo de leer, pero mis últimas compras han sido esa, Shonen Note y El Pupitre de al Lado. También recomiendo un clásico de Junji Ito, Uzumaki, que me impactó muchísimo cuando lo leí. Sigo también algunos webcómics, como Sintaxis, que es de instituto típico español, y es muy divertido porque te identificas y reconoces un montón de cosas de cuando tú mismo ibas allí.
Próximos proyectos…
Ahora mismo tengo entre manos terminar un spin-off de Crossfire, que saldrá a principios de mayo (si todo va bien). Será un cómic cortito que tratará de Yuiko, un personaje secundario de la historia al que tengo mucho cariño y que ha tenido mucha acogida entre los lectores. Después de este, quiero recuperar un proyecto que inicié hace años como webcómic, sobre sirenas, y darle forma desde cero.
Gracias a Elena Sempere por su tiempo y por la entrevista.