«Interstellar», La revelación del ser humano

Christopher Nolan es un director versátil con un gran número tanto de seguidores como de detractores. Desde hacía mucho tiempo se había especulado sobre este film hasta tal punto de si había llegado el momento de ver el gran batacazo de su filmografía.

Aparentemente no le quedaban recursos cinematográficos para que no repitiese en ésta epopeya espacial, había llevado con elegancia a Batman en el cine, ha narrado los sucesos oníricos de un grupo de ladrones, ha contado la rivalidad de dos poderosos magos y ha tocado en como las personas percibimos la memoria. Pero una vez sales de la sala y te pones a pensar sobre lo que has visto llegas a la conclusión que “Interstellar” es un paso más allá no solo en su carrera, si no en el mundo del cine.

La película está basada en una teoría planteada por el astrofísico Kip Thorne que cuenta como un grupo de exploradores abandona la tierra para encontrar otro planeta habitable para la raza humana, una premisa simple que se nos plantea ante un mar de posibilidades que poco a poco van desencadenando en una narración paralela contrarreloj entre la tierra y el espacio. Estamos ante una película difícil que juega con el transcurso del tiempo, por lo que el guión se establece a los hombros de nuestro protagonista Cooper (interpretado por un Matthew Mcconaughey con una habilidad empática que nunca habíamos visto) basándose en él tanto la continuidad de la historia como la sucesión de elementos.

Esta obra marca una relación perfecta entre la ciencia y la ficción que trasciende a los espectadores y que establece no solo una película, sino un flashfoward sobre la humanidad. Interstellar no es un film de viajes espaciales, Interstellar es una película sobre la adaptación del ser humano hasta más allá de sus límites. Como lo comentado anteriormente, y gracias en parte a Mcconaughey, la película logra empatizar con el espectador en un volcán de emociones que cambia tu forma de percibir las cosas hasta tal punto de hacer que esas casi tres horas se conviertan en una retrospectiva de la emocionalidad del mundo.

Se puede decir que estamos ante un Blockbuster totalmente de autor que no necesita sentirse grande, pero que lo va siendo conforme lo hacen sus personajes. Entre ellos destacan y cierran el reparto Jessica Chastain, Hanne Hathaway, Casey Affleck y Michael Caine, personajes que destacan por ayudar a Matthew a crear la actuación equilibrada entre lo humano y lo ancestral hasta el final de la película.

Algo también muy presente durante la filmografía de Nolan también hace acto de presencia en ésta, la música de Hans Zimmer, fundamental junto con el montaje para lograr de un acabado impecable cada uno de los fotogramas de la cinta. Ésta es una continúa cuenta atrás marcada por varios elementos que convergen en un final cien por cien Nolan que merece nuestra máxima atención y asombro. Un universo complejo ideado para relatarnos a la perfección el porvenir de todo lo que nos rodea como una cadena ascendente, un juego de luces supremo que nos adentra en la mismísima oscuridad para mostrarnos cosas que jamás hubiésemos imaginado.  

Estamos ante un cúmulo de fragmentos condensados en pequeñas dosis a la perfección que junto a esos puntos externos, como el guión (magistral por parte de su hermano Jonathan), la música, el montaje, y como no, los efectos especiales, que han sido capaces de abarcar también el mundo de la ciencia hasta tal punto de considerarse la película como una posible teoría física, mezclan una sintonía perfecta que va en crescendo hasta alcanzar la cima. Una película que tiene como eslabón principal la imaginación de dos hermanos con una conexión tan grande como espiritual, una conexión mágica que no debería de pasar desapercibida entre ningún espectador.

Interstellar es una película ambiciosa con un trasfondo y un realismo mágico, una película que no falla en su intento de entretener y que mucho menos en su intento de hacernos sentir como pequeños fragmentos en algo mucho más grande que nos sobrepasa, es una lección de cómo sentir y de cómo superar los mayores problemas que se nos plantean, ya que como diría Michael Caine: “Tenemos que ir más allá de nuestra propia existencia. No podemos pensar como individuos, sino como especie”.