«El lobo de Wall Street», cuando Scorsese encontró a DiCaprio
Es la película del año, la nueva entrada de Martin Scorsese en la historia del cine y una demostración enorme del talento interpretativo de Leonardo DiCaprio. La película es un amplio repaso a la figura de Jordan Belfort, uno de los grandes magnates de Wall Street durante la década de los noventa.
Ya que la duración aproximada del film son tres horas (magistralmente filmadas, y sobretodo montadas), voy a dividir el film en tres bloques que en verdad se diferencian claramente en todo el metraje.
El primer bloque sería desde la presentación del personaje de Jordan Belfort (interpretación soberbia de DiCaprio que no será premiada pero si recordada) hasta que su primera mujer le pregunta en medio de una situación bastante incómoda si eso es realmente lo que quiere. Punto de inflexión para Jordan que a partir de ahí verá como su vida y la forma de hacer las cosas cambian radicalmente. Scorsese muestra a Jordan y a sus secuaces como unos perros hambrientos de poder, ya que han sido bien entrenados por el citado protagonista (atención a la interpretación gestual de DiCaprio cuando capta a su primer cliente delante de su nuevo equipo). El lobo y sus siervos alcanzan sin dificultades un gran posicionamiento en Wall Street y empieza el desfase con escenas de fiestas descontroladas por todas partes.
El segundo bloque contiene todo el repertorio de acciones que realiza Jordan y su poderoso equipo, mostrando al mismo tiempo como afecta todo ello a sus vidas cotidianas. El exceso, las drogas y las mujeres, sirven a Scorsese para reflejar también una época en la que se pretendía hacer ver legal todo lo que es ilegal. El punto fuerte de este bloque vendría a ser cuando el FBI toma contacto en el yate de Jordan, asegurándole que antes o después todo acabará. Aquí la historia va centrándose en los personajes secundarios aunque sin excederse demasiado, solamente lo justo para ver como poco a poco se irá tambaleando la buena racha de Jordan y los suyos (no hay que ser muy listo para descubrirlo).
Tercer y último bloque, y me atrevería a decir el más humano de todos en el sentido de que Jordan recibe constantemente lecciones de la vida y él no hace caso de ellas debido a la desestructuración de su cabeza por culpa de las drogas. Escenas clave de la historia, y donde se esconde parte del mensaje de la película, son aquellas como en la que el padre de Jordan le hace ver que hay que poner fin a todo y hacer una retirada a tiempo, algo que acto seguido está a punto de realizar Jordan hasta que se produce una escena que no desvelaré pero que tiene como personajes a Belfort y a su micro (nuevamente una demostración actoral de Leo que deja con la boca abierta). Otra escena clave la protagoniza Jordan y su mujer, cuando su relación llega hasta un extremo insostenible con más vidas de por medio, es ahí cuando vemos como el personaje ya no sabe distinguir nada y tiene la cabeza totalmente destrozada (memorable la escena del Lemmon 714). Finalmente la historia finaliza como la mayoría de este tipo. Todo gran imperio tiene que caer algún día, y así lo recoge el libro del propio Jordan Belfort.
Hitchcock y Stewart, Burton y Depp, Zemeckis y Hanks, Nolan y Bale, Tarantino y Thurman, así hasta cientos de parejas artísticas del mundo cinematográfico que al realizar una colaboración casi siempre han dado lugar a una obra audiovisual difícil de olvidar. El lobo de Wall Street cuenta con la fórmula DiCaprio/Scorsese, y escribiendo estas líneas me atrevo a decir que el resultado es igual de bueno que en Gangs of New York. A parte de los magníficos secundarios con los que cuenta el film (Jonah Hill, Margot Robbie o Kyle Chandler), El lobo de Wall Street es el reflejo de Martin Scorsese a través de Leonardo DiCaprio sobre su modo de hacer cine. Secuencias alocadas, movimientos rápidos de cámara, canciones cuidadosamente seleccionadas, estilo urbano con toques Hitchcockianos (uno de los grandes ídolos de Scorsese), y si bien sus escenas de sexo y desfase son lo que se ha estado vendiendo para proporcionar una cierta fama a la obra de Scorsese, tengo que decir que seguimos teniendo un problema a la hora de valorar los productos artísticos de nuestro siglo, porque bajo mi punto de vista en El lobo de Wall Street…hay una película.