Luís Martínez Otero, neurocientífico: “El momento ¡qué raro! Abre nuevos caminos en la ciencia”

Luís Martínez Otero, neurocientífico: “El momento ¡qué raro! Abre nuevos caminos en la ciencia”

Luís Martínez Otero, director del Laboratorio de Neurociencias Visuales en el instituto de Neurociencias de Alicante CSIC-UMH, es una de las voces más relevantes en el estudio de los mecanismos cerebrales detrás de la visión y la toma de decisiones. Fue doctorado en neurociencias por la Universidad de Santiago de Compostela, gracias a ello su carrera lo llevó a colaborar con destacados investigadores durante su postdoctorado en la Universidad Rockefeller de Nueva York y, más tarde, en el Sur de California.

Es a partir de aquí donde comienza su carrera, descifrando el cerebro humano en su percepción de la realidad y su influencia en las interacciones sociales. Esto no habría sido posible sin la filosofía y el arte, principales disciplinas que Luís valora a la hora de desarrollar su trabajo. 

Además de dedicarse al campo de la investigación, Luís colabora en como divulgador en plataformas centradas en la ciencia, algunos ejemplos son Scientific American y New Scientist. Desde 2009 coescribe en el blog The Gray Matters, donde trata principalmente todo lo relacionado con el cerebro y la mente. Este enfoque donde engloba la neurociencia, la filosofía y la inteligencia artificial, Martínez nos ofrece una mirada sobre todo interesante sobre el futuro de la investigación neurocientífica.

Pregunta. Buenas tardes, muchas gracias por aceptar esta entrevista Luís ¿Qué tal está?

Respuesta. Muy bien, Aitana, encantado de que hayas contado conmigo. Muchas gracias. 

P. Para quienes no le conocen, ¿cómo describiría su trayectoria? ¿Qué le llevó a dedicarse a ello? 

R. Pues soy un neurocientífico que intenta comprender cómo el cerebro nos capacita para entender y relacionarnos con el mundo. Y no me refiero solo a nuestra interacción con el medio físico sino también a las relaciones sociales. En concreto investigo cómo vemos, cuáles son los circuitos neuronales y los mecanismos cerebrales que permiten la visión y la toma de decisiones, que son muy parecidos entre sí.  

Mi trayectoria es bastante clásica en cuanto a la carrera científica que he seguido. Obtuve un doctorado en neurociencia de sistemas en la Universidad de Santiago de Compostela, y me he formado en la Universidad Rockefeller de Nueva York, trabajando con Torsten N. Wiesel, que fue premio Nobel en 1981, y en la Universidad del Sur de California en Los Ángeles, antes de volver a España y asentarme aquí en Alicante, como director del Laboratorio de Analogías Visuales en el Instituto de Neurociencias

En cuanto a qué me llevó a dedicarme a lo que me dedico, desde que puedo recordar he querido ser científico. En principio quería estudiar oceanografía, embarcarme en un buque oceanográfico y recorrer los océanos del mundo; pero mientras estudiaba, la neurociencia y la filosofía se cruzaron en mi camino y hasta hoy, y no me he arrepentido nunca. 

P. ¿Cuál diría que ha sido su mayor desafío al comienzo de su carrera profesional? 

R. Yo diría que el de casi todos los científicos, conseguir becas de prestigio durante esa etapa formativa tan importante que te permitan acceder a los mejores laboratorios, tanto en España como en el extranjero. Ese suele ser el caballo de batalla en los primeros pasos de cualquiera que se quiera dedicar a la ciencia, y en mi caso también lo fue, aunque tuve suerte.   

P. ¿Cuál calificaría como el momento más importante de su carrera? 

R. ¡Uf! Pregunta difícil. Siempre hay más de un momento o circunstancia determinante en tu carrera, cada fase tiene las suyas, y no son sólo académicas, también la pareja y la familia importan mucho. Pero si me tengo que ceñir a qué circunstancias científicas fueron más importantes en mi carrera creo que me quedaría con dos: primero, por supuesto, trabajar con Torsten Wiesel en Nueva York, durante mi etapa de formación; y, segundo, conocer a Felipe Criado-Boado, uno de los mejores arqueólogos del mundo y que, con los años, se ha convertido en uno de mis más cercanos colaboradores. En ambos casos, su manera tan particular de entender la ciencia y el arte me han ayudado mucho a dar forma a mi propia carrera.  

Foto de la entrevista con Luís

P. ¿Hay alguien que le inspire de manera especial? 

R. No soy demasiado mitómano, me suelen inspirar más las ideas que las personas. Y en el caso de las ideas soy muy promiscuo, he llegado a diseñar experimentos basados en lecturas de Wittgenstein o de Pessoa, por ejemplo.  



P. ¿En qué proyectos está trabajando actualmente? 

R. Mi equipo y yo, esencialmente, perseguimos tres ideas generales pero que creemos están muy relacionadas. Primero, seguimos intentando descifrar desde un punto de vista evolutivo cómo vemos, cómo construimos una imagen interna, mental, de la realidad que nos sea útil para sobrevivir en el mundo y la importancia que esto tiene para el concepto mismo de verdad o realidad como construcción social. 

Segundo, investigamos cómo tomamos decisiones en un mundo en que el contexto material y las relaciones sociales están en constante cambio; lo que, en cierto modo es un poco como preguntarse cómo actuamos en el mundo para que este sea coherente con quienes somos, con nuestras convicciones y valores. 

Y tercero, cómo funcionan nuestros cerebros cuando interactúan con el mundo material, construido por los humanos, para que otras áreas de estudio u otras tecnologías puedan aplicar este conocimiento, estoy pensando en Inteligencia Artificial, interfaces cerebro-máquina, agentes autónomos, etc. 

Para mí, es muy importante que todos estos proyectos tengan un poso filosófico importante que remite a preguntas que los filósofos y los científicos se han venido haciendo desde siempre. Son preguntas sobre la evolución de la mente y racionalidad humanas, sobre el efecto que los mundos que construimos, la cultura y la socialización tienen sobre nuestra manera de procesar información, patrones de pensamiento y atención. Sobre qué nos hace ser como somos.  

P. ¿Qué es lo que más le entusiasma de ellos? 

R. Los científicos solemos decir que lo que más nos entusiasma de nuestro trabajo es estar siempre al borde del descubrimiento, ese momento “Eureka”, esa sensación de vértigo emocional que acompaña al hecho de comprender o ver algo que nunca nadie ha visto antes. Pero para mí, Eureka no es la palabra más importante en ciencia, hay una frase más importante todavía que es “Hum, ¡qué raro!”, que es justo cuando uno se da cuenta repentinamente de que existe un problema que merece ser estudiado y no había sido reconocido previamente. El momento “¡qué raro!” abre nuevos caminos en ciencia y sin ello no podríamos llegar a nuevos y felices momentos “Eureka”. Yo disfruto mucho de lo raro.  

P. ¿Si le pudiera dar un consejo a su yo de 20 años, qué le diría? 

R. Invierte en Google (risas), no, en serio, creo que sería: párate a pensar más a menudo, lee más y, sobre todo, escribe más, escribe mucho. Durante la carrera y el doctorado me formé como experimentalista con los mejores, desde el principio quería hacer experimentos constantemente, me llegaba a pasar varios días a la semana sin dormir con tal de que me dejaran participar en cualquier proyecto que se pusiera a tiro, pero en muchos casos me acabé dando cuenta de que en mi cabeza no había un hilo conductor coherente y me costaba transmitir y publicar la información que obtenía. Esto lo aprendí ya en mi etapa postdoctoral en Nueva York y me habría gustado haberlo hecho antes.  

P. ¿Cuál sería un libro que recomendaría a personas que desconocen su campo por completo?

R. Creo que sería “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, de Oliver Sacks. Este libro me fascinó y terminó de decidirme a estudiar neurociencias y no oceanografía.  

Oliver Sacks te cuenta historias clínicas de pacientes suyos de forma muy sencilla, casi como si fueran cuentos o relatos cortos. Las historias son raras, claro, como la que da título al libro, pero tal vez por eso presentan lo complejo y maravilloso que es el cerebro de una manera que engancha al lector. Conmigo funcionó, desde luego, me pareció fascinante.  

P. Gracias por compartir su tiempo y sus ideas, ¿Hay algo más que le gustaría añadir antes de terminar? 

R. No, creo que has cubierto mucho campo. Muchas gracias, Aitana.  

Aja28@alu.ua.es

Grado en Publicidad y Relaciones Públicas. Grupo 1

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