La vida perfecta que no existe
Las redes sociales forman parte de nuestras vidas. Desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir, están siempre ahí. Nos hacen reír, llorar, pensar o compararnos con los demás. Lo sorprendente es cómo cambian nuestros sentimientos sin que nos demos cuenta.
Si tengo un día triste, TikTok me enseña vídeos tristes. Si estoy contento, me muestra memes y mis canciones favoritas. Y yo me pregunto: ¿cómo lo saben? No es magia, son algoritmos.
Las redes aprenden lo que vemos, lo que nos gusta y lo que compartimos. Así crean un mundo que parece hecho para cada persona. En ese mundo, todo es maravilloso: los cuerpos, los viajes, las fiestas, las parejas. Cada publicación parece de película. Pero no hay película en esas imágenes. Nadie enseña sus días malos o sus momentos de soledad.

A mí también me pasa. A veces miro Instagram y veo a gente que parece llevar una vida de película: siempre de viaje, siempre felices. Sin darme cuenta, empiezo a compararme y yo pienso que mi vida es sosa. Pero cuando me los encuentro en persona, me doy cuenta de que su realidad es otra. Todos tenemos problemas y dudas, solo que no las enseñamos.
En el fondo, todos hacemos un poco lo mismo. Colgamos las fotos chulas, los momentos buenos. Si alguien viera solo eso de mi vida, pensaría que soy una persona con suerte. Pero no es así. No enseñamos las veces que nos caemos, ni los momentos en los que no tenemos ganas. Así que poco a poco, parece que todos somos felices las 24 horas del día, y no es así.
Por eso creo que hay que mirar las redes con distancia. No todo es verdad, y compararnos con ellas solo nos hará sentir peor. Nuestra vida quizás no sea perfecta, pero es nuestra, y eso ya es mucho.
Pero sin embargo, la felicidad no está siempre presente en las fotos. No digo que las redes sean malas. También pueden ser una inspiración, lo único que hay que recordar es que lo que vemos es solo una parte, no toda la realidad. Detrás de la foto hay una persona con días buenos y malos. Igual que tú. Igual que yo.

Las redes son una ventana, no un espejo. La vida real no necesita filtros para ser maravillosa.
