Redes sociales: el impulso de comprar sin pensar
Actualmente, las redes sociales han generado un aumento del consumo impulsivo, tanto TikTok como Instagram, entre otras. Muchas de las personas que hacen uso de ellas, tarde o temprano lo acaban teniendo. Vivimos en una sociedad donde con tan solo mirar el móvil 2 minutos acabamos con la idea de comprar algún producto, pero, al final, una de sus finalidades es esa: crearnos la necesidad de comprar a través de los influencers e incluso a través de personas que no lo son.
Las redes no solo crean el vicio de estar todo el tiempo haciendo uso de ellas, sino también propician las compras impulsivas. Hace años, la gente cuando iba a una tienda compraba cosas que sí o sí necesitaba. Ahora, cuando van a las tiendas, compran lo que ya han visto con anterioridad en redes sin cuestionarse primero si de verdad lo necesitan. En mi opinión, antes de comprar nada deberíamos ver si de verdad es algo que necesitamos o solo es un capricho pasajero. Antes de nada es mejor pensar.
Hoy en día, las redes sociales influyen en cómo gastamos nuestro dinero. Nos hacen creer que necesitamos todo lo que vemos, que tener lo último en moda o tecnología nos hará sentir mejor o más aceptados. Muchas veces no somos conscientes de esta manipulación, porque el contenido nos llega de manera tan natural y entretenida que parece una buena recomendación y no una estrategia de marketing.
Además, el consumo impulsivo no solo afecta a nuestro bolsillo, sino que también afecta al medio ambiente. Cada compra innecesaria genera más residuos, más producción y, al final, más contaminación. Y todo por cosas que al poco tiempo dejamos de usar o se quedan guardadas en un cajón porque nos cansamos de ellas.
Por eso es importante ser conscientes de cómo nos influyen las redes, aprender a controlarnos y saber decidir si una compra es necesaria o no. No todo lo que se muestra es necesario ni todo lo que se promociona vale la pena. Pensar dos veces antes de comprar y preguntarnos si realmente lo necesitamos puede parecer algo simple, pero al final es algo que se nota bastante. Consumir con cabeza y no por impulso es la mejor manera de no dejarnos llevar por lo que las redes sociales quieren que compremos.

