¿De derechas?, ¿de izquierdas? La falta de pensamiento independiente
Si piensas algo propio de un bando, automáticamente se te etiqueta en ese lado y estás obligado a estar de acuerdo con todas esas ideas que lo representan. Es más fácil eso que ponerse a dudar de todas y cada una de ellas; Ahí está el problema de la politización en la actualidad. ¿Acaso pensar libremente es ahora un acto de rebeldía? ¿Qué pasa con aquellos que “piensan” algo por mera ignorancia?
Si crees que el Estado debe proteger a los más vulnerables eres de “izquierdas”, por ende tienes que estar a favor del colectivo LGTB y en contra del maltrato a los toros. Si defiendes la libertad de empresa eres de “derechas” y debes estar en contra de la reducción de jornada y a favor de bajar los impuestos.

Tal vez estas ideas coincidan contigo , pero tal vez no; ¿realmente te has parado a pensar en todas y cada una de las ideas de ambos bandos? ¿O estás de acuerdo con algo solo porque tu cuñado camarero dice cosas con tanta convicción que piensas “es un genio incomprendido”? Dijo que había que bajar los impuestos y, claro, todo lo que suene a pagar menos suena bien, ¿no? Para qué investigar más.
Sin embargo, muchas veces cuando alguien tiene ideas de ambos “lados” lo etiquetan o bien como una persona que sabe mucho, o bien como una persona muy confundida. Pero, ¿no es esa mezcla de ideas lo que nos hace humanos mentalmente independientes y no unos simples “bots”?
Las redes sociales tienen mucha culpa en esto: si sigues a alguien porque estás de acuerdo con una cosa que ha dicho -solo una-, sin darte cuenta estás comprando toda su ideología como un pack; por mucho que quieras solo un yogur te vas a llevar 6. Como dice Ruth García Belmonte en su artículo, las redes sociales han potenciado los extremos y cada vez hay más odio sin sentido.
Pero claro, todo el mundo quiere pertenecer a un grupo, sentir que comparte algo, aunque no tenga ni idea de qué. Hay que tener mucho valor para no tener ni idea de política y decir “no tengo ni idea de política”, ya que es más fácil repetir lo que te ha sonado bien que admitir que no perteneces a ningún bando. Pero estas acciones nos quitan algo muy valioso: la capacidad de autocrítica. Defendemos a muerte ideas que no hemos analizado a fondo solo por orgullo, ya que decir “estaba de acuerdo con esto, pero ya no” puede acabar siendo objeto de burla, cuando en realidad, es de sabios cambiar de opinión.

Debemos aparcar ese orgullo que nos está dividiendo e informarnos antes de defender algo que creemos entender. Podemos apoyar el colectivo LGTB sin estar de acuerdo con que las mujeres trans participen en selecciones deportivas femeninas. Podemos amar a nuestro país y nuestra bandera sin odiar a los inmigrantes; y podemos criticar el capitalismo a la vez que reconocer su potencial.
No hay ideología sin contradicción. La sociedad avanza gracias a quienes se atreven a dudar de todo en lugar de seguir a un grupo que no se replantea nada.
