¿Y si no quiero ser millonaria a los 20?
Estoy segura de que te identificas conmigo si en menos de diez minutos que pasas en TikTok, te fijas en que hay vídeos de personas en sus 20 que ya conducen un Tesla, otros que ganan miles de euros haciendo trading y quieren venderte cursos, entrevistas a millonarios sobre porqué no deberías ir a la universidad o personas que ya han jubilado a sus padres con apenas 18 años. Y después estamos nosotros, frente a los apuntes, intentando concentrarnos para aprobar el siguiente examen. Y es ahí donde empezamos a pensar de más y a preguntarnos: ¿En qué momento estudiar una carrera dejó de parecer suficiente?

Nos hemos acostumbrado a medir nuestro valor por la cantidad de cosas que hacemos y lo rápido que las conseguimos. Pensamos que si no somos productivos las 24 horas del día, estamos perdiendo el tiempo. Creo que las redes sociales han convertido el éxito en un espectáculo y que todo es de color rosa.
Constantemente vemos gente mostrándonos sus vidas perfectas, sus logros exagerados y promesas de riqueza rápida, y lo vemos tanto que nuestro subconsciente empieza a pensar que estudiar una carrera, resolver problemas de matemática o trabajar poco a poco para conseguir lo que queremos, no es suficiente.
Esta “cultura de la productividad 24/7” nos está robando la paz mental, nos está haciendo sentir estancados, cuando cada uno avanza a su ritmo. Suelo pensar que ser universitario en pleno 2025 significa vivir con la presión constante de destacar en todo, ya sea en lo académico, en lo deportivo o en los idiomas, y descuidamos cuidar la salud mental y tener tiempo para “disfrutar la vida”.

No todos podemos ni debemos tener la vida de un influencer. Detrás de muchos vídeos de éxito hay edición y marketing, pero eso no se dice ni se muestra porque no vende. Estoy segura de que la verdadera productividad no se mide en likes, sino en el esfuerzo silencioso de cada día. Equivocarse también es una forma de avanzar, aunque no sea viral.
Dejemos de compararnos con vidas editadas y aprendamos a valorar la nuestra, con sus tiempos, pausas y procesos. Al final, no hay una sola forma de llegar lejos.
