Tus decisiones, ¿son realmente tuyas?
En 2025, investigadores del MIT realizaron un experimento extraño. Colocaron ratas en un entorno lleno de opciones: múltiples palancas que activaban un tipo diferente de recompensa como comida, luz, música, novedad…
Al principio, las ratas exploraron. Luego, no pudieron detenerse. Incluso cuando una palanca les daba todo lo que necesitaban, seguían cambiando , saltando de una opción a otra, inquietas, insatisfechas. La dopamina nunca se agotaba, pero su concentración sí.
¿Te suena familiar?
Nos hemos convertido en la misma especie, solo que mejor vestida. Cada día, hacemos scroll, deslizamos, actualizamos, seguimos adelante. El cerebro evolucionó para perseguir recompensas, pero nunca fue diseñado para el infinito. Cada nueva notificación, nuevo match, nuevo golpe de atención dispara dopamina , el neurotransmisor que nos dice: “Esto te siente bien. Hazlo otra vez.”

Pero la dopamina no promete plenitud. Promete persecución. Es la sustancia del quizás haya algo más.
Ese es el truco.
Cuando tu sistema de recompensa está inundado por estimulación constante, el compromiso empieza a sentirse como la muerte. ¿Por qué quedarse con algo cuando podría haber una recompensa mejor un poco más allá?El algoritmo susurra: sigue. Pero cuanto más persigues, menos eliges. La decisión de quedarse con una persona, un objetivo o un propósito, se convierte en un acto de rebelión contra tu propia programación.
Y, aun así… tal vez la rebelión sea exactamente lo que necesitamos.
La neurología dice que estamos programados para la novedad. Pero, ¿y si la forma más alta de inteligencia no fuera ceder a nuestros impulsos, sino dominarlos? Elegir una cosa, una dirección , a pesar del ruido, podría ser el acto más radical que queda en un mundo donde todo es reemplazable.
Las ratas nunca aprendieron a dejar de presionar las palancas.
Los humanos sí pueden.
Eso es lo que nos separa: la capacidad de decir basta.
De quedarse cuando es aburrido.
De concentrarse cuando todo grita llamando tu atención.
Porque en un mundo diseñado para secuestrar tu dopamina, la verdadera libertad no es hacer lo que siente bien, sino saber cuándo dejar de perseguir y empezar a elegir.
Así que quizá la pregunta no sea solo: ¿son realmente tuyas tus decisiones?
Quizá sea: ¿eres siquiera tú quien las toma?
