Redes Sociales: Más que unas simples apps

Redes Sociales: Más que unas simples apps

Es innegable que las redes sociales forman parte de nuestra vida; de hecho, más de 5.240 millones de personas usan redes sociales en todo el mundo, lo que equivale a más del 60% de la población mundial. Las redes sociales tienen una función inicial muy positiva nos permiten conectarnos con las personas que queramos, y compartir momentos especiales con todo el mundo, incluyendo a los que no estuvieron en ese momento incluso nos permiten acceder a personas que crean contenido que son interesantes, emotivos o que nos hacen reír de una forma diferente a la que estábamos acostumbrados. Pero otra cosa que todo el mundo conoce, pero no tantos quieren admitir, es el hecho de que las redes sociales tienen un trasfondo mucho más oscuro.

Cuando hacemos esta afirmación, el pensamiento general va hacia temas más delicados y/o peligrosos, pero cuando decimos que las redes sociales tienen un trasfondo más feo del que parece, también nos referimos a temas más complejos. Por ejemplo, como hemos planteado antes, estas plataformas son una herramienta para mantenernos en contacto con la gente que queremos, pero ¿Es que acaso no hemos estado todos alrededor de una mesa de tal vez 6 personas y al menos la mitad han estado mirando algún tipo de redes sociales o haciendo fotos para subirlas evadiéndose así de la realidad que les rodea?

Un cartel de neón sobre un fondo negro, icono de un mensaje de una red social con cero corazones de color azul

Toda esta dedicación a las redes sociales se debe a la búsqueda de la perfección. Cada vez es menos la gente que se siente cómoda con su cuerpo y eso les lleva a utilizar filtros en todas sus fotos o a repetirlas mil veces; incluso la más natural está muy estudiada. Y cada vez hay menos fotos y vídeos con risas genuinas o en los que salgas haciendo el tonto; incluso eso está medido, ya que cuanto más guapo estés, más likes tendrás, más seguidores ganarás y más te respetarán.

Esto es cuanto menos irónico, ya que se le llena la boca a los propios influencers diciendo que hay que ser más natural, pero luego ellos mismos acaban mostrando una imagen completamente calculada, siempre perfectamente arreglados, con productos caros y un estilo de vida idealizado. Parece que en las redes solo triunfa quien tiene la ropa más cara o la vida más perfecta. Es cierto que esta es una visión muy crítica y que, por suerte, cada vez los creadores de contenido que hacen otros tipos de publicaciones o no cumplen con los cánones son cada vez más numerosos y populares, dando así una mayor variedad. Pero lo que sí que continúa vigente es que los influencers siguen siendo la piedra angular de estos nuevos medios.

Por eso mismo me parecen fascinantes los influencers, ya que, a pesar de no contar con datos exactos sobre lo que ganan , porque depende mucho de la publicidad, los seguidores o las visualizaciones, los hay que con vídeos de 20 segundos podrían llegar a estar ganando 100.000 euros. De esto tampoco podemos culparles a ellos. Han hecho una apuesta y les ha salido muy bien, ya que, con 25 años, a lo mejor tienen más capital que personas de 40. Esto es realmente culpa de la gente que lo consume. Claro que es normal ver redes sociales y con ellos a creadores o influencers, pero en el fondo los espectadores, o sea, nosotros, somos los que tenemos el verdadero poder de hacer o dejar de hacer a alguien famoso y a quien las marcas quieran patrocinar. Va siendo hora de que, en lugar de hacer famosa a la madre que graba a sus hijos de 3 años para lograr publicidad de marcas infantiles, o a una chica con 20 años que se va de vacaciones a Bali porque está muy estresada, tal vez podríamos empezar a consumir creadores que, a lo mejor, con un poco de imaginación y gracia, hacen una campaña ingeniosa y entretenida, sin dejar de trabajar su contenido propio.

Y es que, si les exigimos a los publicistas un anuncio interesante, tal vez deberíamos empezar a exigir lo mismo a los influencers que solo graban vídeos de 30 segundos con el “hashtag publi” o se ponen a hacer un «get ready with me».

Icono de «Me gusta» en la notificación de redes sociales en el bocadillo. Iluminación de neón. Colores morado y rosa.

Dicho esto, vuelvo a remarcar mi afirmación inicial: las redes sociales son una parte crucial de nuestras vidas, pero no nos dejemos absorber por ellas ni por la gente que se aprovecha de eso. Consumamos contenido de calidad, que merezca la pena nuestro tiempo en las redes sociales. Yo solo pienso que no debemos olvidar que el mundo va más allá de la pantalla, que no lo tienes que subir todo ni preocuparte por si está bien o mal, que no tienes que imitar todo lo que hagan los demás. Las redes deberían ser un álbum digital, no un escaparate personal.

noatorregrosa

Soy Noa Torregrosa, de primero de publicidad y RRPP del grupo 4 de 2025

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