España debe encontrar un equilibrio entre ayudar fuera y cuidar los problemas de dentro

España debe encontrar un equilibrio entre ayudar fuera y cuidar los problemas de dentro

En los últimos meses, el gobierno español ha destinado una parte considerable de sus recursos a la ayuda internacional, especialmente a territorios que atraviesan situaciones de conflicto o crisis humanitaria, como en la franja de Gaza. Es evidente que lo que ha ocurrido allí es una tragedia y que nadie puede permanecer completamente indiferente ante ese dolor, independientemente de cuál sea tu posición en el conflicto. Sin embargo, esta solidaridad plantea un debate necesario: ¿debería un país con problemas internos tan evidentes destinar tanto dinero a ayudar fuera, mientras muchos ciudadanos sienten que dentro las cosas no van bien?

Pueblo de Gaza destruido. Fuente: biblioteca de medios.

Un ejemplo actual es la flotilla con ayuda humanitaria enviada a Gaza. La intención era positiva, pero muchos ciudadanos lo han percibido como una operación simbólica más que efectiva. Ya que de normal, este tipo de misiones suponen un enorme gasto de recursos y tiempo que podría haberse invertido en atender problemas urgentes dentro del país. La solidaridad no debería medirse solo en gestos visibles, sino en resultados reales.

España atraviesa un periodo de inestabilidad económica y social. Los precios suben, el coste de la vida aumenta y la presión fiscal recae especialmente sobre los autónomos, que han visto cómo los impuestos y cotizaciones se incrementan año tras año. Muchos de ellos sienten que trabajan más para pagar al Estado que para sacar adelante sus propios negocios. A esto se suma la dificultad de acceder a ayudas reales y la burocracia, que sigue siendo un obstáculo constante. En este contexto, no es extraño que una parte de la población perciba que el gobierno prioriza los asuntos internacionales por encima de las necesidades nacionales.

La DANA de noviembre del año pasado es un ejemplo claro de que todavía hay muchas necesidades internas sin resolver. Varias zonas de España siguen sufriendo las consecuencias de aquel temporal: personas que perdieron sus hogares y familiares, negocios arrasados y pueblos enteros que todavía esperan ayudas reales para poder recuperarse. Este tipo de situaciones muestran que, a veces, los recursos no llegan donde más se necesitan y que la gestión interna de las emergencias debería tener la misma prioridad que las ayudas exteriores.

La sanidad pública española, que durante años fue uno de los mayores orgullos del país, también muestra señales de agotamiento. Los tiempos de espera son cada vez más largos, faltan profesionales y muchos pacientes se ven obligados a recurrir a la sanidad privada para recibir atención a tiempo. Esto genera desigualdades y una sensación de abandono en gran parte de la ciudadanía.

El precio del alquiler es otro de los grandes problemas que afectan especialmente a los jóvenes y a las familias con ingresos medios o bajos. En muchas ciudades, encontrar una vivienda digna y accesible se ha convertido en una misión casi imposible. La falta de soluciones que valgan la pena crea frustración y la idea de que las prioridades políticas están lejos de la realidad de la gente.

A todo esto se suma la inmigración ilegal, una realidad que también necesita atención y gestión. Miles de personas llegan cada año buscando un futuro mejor, pero muchas veces sin recursos ni apoyo. Este fenómeno genera retos sociales, económicos y de integración, de los cuales el Estado debe ocuparse con responsabilidad, tanto para garantizar la seguridad como para ofrecer respuestas humanas y sostenibles.

No se trata de negar la importancia de la solidaridad internacional ni de cerrar los ojos ante los conflictos del mundo. Pero sí de recordar que un país no puede ayudar de manera efectiva si no cuida primero de su propia población. La verdadera fortaleza de una nación está en su capacidad de proteger y ofrecer bienestar a quienes viven en ella, antes de extender la mano a países de fuera.

En definitiva, España necesita encontrar un equilibrio entre la empatía hacia el mundo y la responsabilidad interna. Ayudar fuera es importante, pero cuidar de dentro es imprescindible. No podemos pretender salvar al mundo si seguimos teniendo ciudadanos que no llegan a fin de mes, barrios que no se recuperan de una DANA o jóvenes que no pueden pagar un alquiler. La solidaridad empieza en casa, y sólo cuando nuestro país esté fuerte, podremos ayudar a los demás desde la coherencia y la estabilidad.

Ilustración España en Ruinas. Fuente: Chat GPT.

MonicaGosalbez

¡Hola! Soy Mónica Gosalbez, estudiante de Publicidad y RR.PP. del grupo 4 en comunicación de medios escritos. Soy del año 2003, por lo que, tengo 22 años.

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