Las redes sociales: trampa hacia una conexión permanente
Vivimos en una era en la que la comunicación y la forma de vivir están dominadas por las redes sociales. Lo que empezó como una herramienta para acercar a las personas, se ha transformado en un espacio donde las apariencias importan más que la autenticidad, donde cada me gusta parece contar más que el valor personal y donde cada publicación busca la aprobación en lugar de expresar la creatividad y el gusto individual de cada uno.

El problema en sí no radica en las redes sociales, sino en la dependencia que provocan. La necesidad constante de estar conectados todo el tiempo ha creado una ansiedad colectiva: si no publicamos, sentimos que no existimos, si no respondes, temes quedar fuera. Este comportamiento genera un ciclo de comparación y crítica, especialmente entre los jóvenes, ya que crean una identidad a partir de estándares irreales.

Actualmente las redes sociales se han convertido en una cuna de falsas informaciones donde cualquier persona puede difundir falsas noticias con facilidad y muchos usuarios las consumen sin verificar su veracidad. Las plataformas priorizan además contenidos polémicos, algunos no adecuados e indebidos para menores.
No podemos negar que las redes también ofrecen oportunidades: permiten la comunicación instantánea , la difusión de ideas y el activismo social. Sin embargo esos beneficios pierden fuerza cuando el uso se vuelve adictivo.
