La cultura de la cancelación

La cultura de la cancelación

Últimamente escucho mucho más el término de cultura de la cancelación. A diario podemos ser testigos de cómo un famoso, un influencer o una persona cualquiera es «cancelada» en las redes sociales por algo que dijo o hizo y que se considera ofensivo. Y cuando esto sucede, la gente deja de apoyarlo, lo abuchea y exige que no se le dé más cabida. Y aunque de entrada parezca una manera de hacer justicia, ¿no estaremos censurando sin darnos cuenta?

Por un lado, comprendo que esta práctica surgió con buena intención. Durante mucho tiempo, muchas figuras públicas dijeron o hicieron cosas racistas, sexistas o discriminatorias sin sufrir consecuencias. En ese aspecto, las redes sociales han abierto la puerta para que la gente alce la voz y exija respeto. Cancelar a alguien puede ser una forma de decir «basta» a comportamientos tóxicos que antes se normalizaban. En ese sentido, es valioso: exigir responsabilidad y demostrar que nuestras palabras y acciones sí importan.

Pero también creo que la cultura de la cancelación puede ser un arma de doble filo. A veces se sanciona en exceso a alguien que cometió un error, sin permitirle explicarse o aprender. En vez de generar un cambio, se crea miedo a opinar o discutir. Muchas personas dejan de manifestar sus opiniones por miedo a ser malinterpretadas o agredidas. Y en tales casos, lo que se persigue como justicia puede llegar a ser censura, como señala la Revista Comunicación (2021).

Justicia o linchamiento virtual.

También pienso que es importante tener presente que todos somos susceptibles de cometer errores. Nadie está exento de equivocarse, especialmente en un tiempo donde todo queda documentado en internet. En vez de eliminar a alguien inmediatamente, podríamos tratar de crear oportunidades para el diálogo y la reflexión. No es cuestión de justificar lo que está mal, sino de ofrecer la posibilidad de aprender y transformarse. En última instancia, la educación y la empatía son las que permiten alcanzar el verdadero cambio social, no el miedo.

En resumen, el objetivo de la cultura de la cancelación es justo al principio: demandar respeto y responsabilidad. Sin embargo, si se utiliza sin reflexión, puede volverse un mecanismo de exclusión. A mi juicio, deberíamos sustituir la conversación por la cancelación y el castigo por la instrucción. Solamente de esta manera seremos capaces de crear una sociedad más equitativa, pero también más humana.

danielbarros

Estoy en el grupo 2 del primer curso de publicidad y relaciones publicas, curso 2025-2026

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