Cuando la nostalgia se usa como estrategia de venta

Cuando la nostalgia se usa como estrategia de venta

Pareciera que el tiempo se quedó en bucle. Volvió la moda de los pantalones de tiro bajo, las cámaras digitales, las camisetas retro de fútbol… y últimamente, hasta la estética del 2014: selfies en el espejo, filtros saturados o coloridos, el concepto de Kylie Jenner en su era King Kylie, la forma de hacer tik toks tipo Musical.ly y toda la idealización -ilusoria- de ser adolescente en plena era de Tumblr. De la nada, lo viejo volvió a imponerse. Pero no porque queramos recordar, sino porque las compañías se dieron cuenta de que la nostalgia vende.

Las marcas y las redes sociales aprendieron que los recuerdos se pueden llegar a sentir como una novedad. Nos venden un “vuelve a sentirte como antes” y nosotros sacamos la tarjeta. Netflix revive series, Disney repone películas y las tiendas venden camisetas supuestamente vintage, que en realidad nacieron hace apenas diez años. La fórmula de venta no es compleja. Si algo nos hizo felices una vez, seguro que pagaríamos por sentir lo mismo otra vez.

La nostalgia se ha convertido en una estrategia de venta disfrazada de cercanía. En tiempos donde todo cambia tan rápido, la moda, las redes, las tendencias, los algoritmos nos sobreestimulan, y el pasado es un espacio de confort. Es ahí de donde nace el negocio: venden seguridad en forma de recuerdos. Una cámara digital ya no es solo una cámara, es “volver a cuando la vida era más fácil”; la camiseta de la selección de tu país en el mundial de fútbol del 2014 no es solo una camiseta, es la imagen de “uno de los recuerdos más felices de tu infancia/adolescencia».

Tecnologías consideradas «retro», que generan nostalgia.

Por supuesto, no todo es negativo. Recordar puede ser lindo, nos une. Pero también hay algo inquietante en este cíclico reciclaje de épocas: parece que la creatividad se congeló. En lugar de inventar cosas nuevas, nos venden las mismas de siempre con un toque nostálgico y una etiqueta más cara.

Lo curioso es que ahora ni siquiera esperamos décadas para extrañar algo. Ya sentimos nostalgia del 2014, hace apenas diez años. Echamos de menos una versión nuestra que todavía podemos observar en la galería de fotos del teléfono.

Quizá la nostalgia no sea el problema. El problema es que dejamos que la empaquen, nos la vendan y la compremos como si fuera novedad. Por lo que, la próxima vez que tengas una tendencia “retro”, pregúntate si la quieres de verdad… o si solo estás comprando la ilusión de volver a un tiempo donde todo parecía más fácil, cuando el filtro Río de Janeiro era suficiente para sentirte bien.

isabg

Estudiante de Publicidad y Relaciones Públicas. Busco formarme en comunicación estratégica y crear vínculos efectivos entre marcas y públicos.

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