Cuando las leyes cambian más que el aprendizaje
A lo largo de las décadas y los siglos la educación secundaria española ha dado mucho de qué hablar, tanto cuestiones positivas como negativas. En 1960 el 15% de la población adulta no sabía leer ni escribir, solo un 94% había realizado la educación primaria y menos del 3% tenía alguna formación superior. Pero unos setenta años más tarde, el analfabetismo había desaparecido, más del 70% de la población tenía algún tipo de educación secundaria y en torno a un 25% había accedido a la superior. Lo que queremos decir es que la educación ha tenido una larga evolución, tanto buena como mala, pero actualmente se está debatiendo seriamente la eficacia de la educación secundaria en España.
Una de las principales causas del por qué se debate la eficacia en la educación secundaria es por la última ley de educación la LOMLOE. Lo que esta ley busca es mejorar la calidad y la equidad educativa en secundaria a través de un enfoque competencial. Básicamente se centra en el desarrollo de habilidades prácticas y no solo en memorizar contenidos. Pero en lugar de fomentar la cultura del esfuerzo entre los alumnos, traslada la responsabilidad a los profesores, agravando aún más la situación de la educación en España.
Lo que esta ley quería mejorar eran las tasas de abandono escolar y la de repetición, pero en lugar de entrar en la raíz del problema, dejaron que los profesores se encargaran de ella sin un criterio académico objetivo. Por este motivo, muchos docentes se sienten inseguros debido a la falta de formación específica para implementar medidas de aprendizaje, que requieren de un nuevo enfoque metodológico y de evaluación. También los profesores reclaman que se les proporcionan criterios de evaluación poco claros, lo que dificulta la aplicación de la ley de forma coherente.
Por otro lado, también podemos hablar de las reformas educativas ineficientes, una de las causas del por qué la educación secundaria esta siendo debatida. Aquí nos encontramos con el problema de la falta de continuidad política, que genera inestabilidad, y a la inercia del sistema, que dificulta la adaptación a los nuevos retos. También podemos incluir la saturación de las aulas, la escasa financiación y el elevado abandono escolar temprano. Destacaría, entre ellas, por su ineficiencia, la inestabilidad legislativa: en cada cambio de gobierno hay una nueva ley educativa, lo que impide consolidar proyectos a largo plazo. En apenas 50 años, España ha tenido ocho leyes educativas. Finalmente, la burocracia excesiva y la falta de inversión hacen atrasar la mejora del sistema educativo.
Aunque haya avances tecnológicos o técnicos en la educación, el problema será que, si no resuelven los problemas desde la raíz , aquellas mejoras que se intentan implementar en el sistema no funcionarán y la educación seguirá estancada. Por lo tanto, es urgente que haya un compromiso político real, duradero y centrado en el futuro del alumnado, no en cambios de gobierno.


