Diez de cada veinte universitarios no desayuna y nueve de cada veinte afirma que tampoco hacen deporte. ¿Influye el factor económico en los hábitos saludables de los estudiantes?
En numerosas ocasiones damos tanta importancia a nuestras tareas diarias y obligaciones que tal vez llegamos a descuidar nuestra salud. Esto ocurre sobre todo en la fase universitaria, dónde muchos estudiantes se ven obligados a viajar fuera para estudiar el grado que desean. Estudiar tanto y durante tantas horas conlleva un gran desgaste tanto físico como mental que debemos contrarrestar con una buena alimentación y ejercicio físico, por ello hemos decidido hacer una serie de preguntas de hábitos saludables a algunos de los estudiantes de la Universidad de Alicante. Primero comenzamos por la alimentación, 10 de cada 20 estudiantes afirma que no desayuna por falta de tiempo, además 2 de estos 10 tampoco almuerza en el cambio de clases. Unos argumentan que no tienen tiempo para preparar nada ya que se despiertan tarde. Los que sí almuerzan, optan por levantarse un poco antes y preparar el almuerzo antes de venir, o en su defecto, comprar algo en la Universidad. Pero, ¿qué opciones ofrece la Universidad de Alicante a nivel alimenticio? Pues el campus cuenta con varios clubs sociales y numerosas máquinas expendedoras.
Tras una tarde revisando los precios de los diferentes productos puestos a la venta podemos comprobar que en comparación, la comida basura es más barata que la comida saludable o no hay mucha diferencia entre una y otra.
Máquina expendedora de la Universidad de Alicante Máquina expendedora de la Universidad de Alicante
Tanto las galletas Oreo como esa barrita de cereales y fruta, cuestan lo mismo, 80 céntimos. Los estudiantes por norma general suelen ser selectivos a la hora de comprar, pues tienen que afrontar muchos gastos y obtienen pocos ingresos. Por ello, al no haber apenas diferencia de precio, muchos estudiantes preferen invertir esos 80 céntimos en las Chips Ajoy o en las Oreo antes que en la barrita de fruta.
En los clubs sociales sí que encontramos comida sana, o al menos, comida casera. Maria José Lara, estudiante de la UA, cuenta que cada día compra el menú que el club social II ofrece. Este tiene un precio de 4,80 e incluye un plato principal, ensalada, bebida, pan y postre. Por ese precio tan económico, los comensales tienen un menú saludable, rico y sin haber tenido que invertir tiempo en él. Además, todos estos bares cafetería ofrecen la opción de ponerte el menú para llevar o de sentarte en las mesas de dentro o de fuera. Siguiendo con los gastos, un estudiante promedio paga unos 150 euros mensuales por un piso en Alicante, si estos están en residencia, su precio se duplica e incluso en algunas ocasiones se puede llegar a triplicar. Además, la mayoría de ellos deben comprar comida para cocinar, esto supone otros 100 euros que hay restar a la cuenta del banco de forma mensual.

En paralelo, comprar comida sana a bajo coste en supermercados o pequeños comercios tampoco es tarea fácil como aquí podemos comprobar.

Pongamos por caso el precio del pescado, este es bastante más elevado que el de la carne roja, eso hace que la mayoría de jóvenes decidan comprar este solo en determinadas ocasiones al mes. Sin embargo, según la OMS, una alimentación saludable es aquella que aporta todos los nutrientes esenciales y la energía que cada persona necesita para mantenerse sano. Consumir pescado es la mejor manera de aportar valor nutricional a nuestro organismo, pues este es una magnífica fuente de proteínas y de ácidos grasos como el Omega 3. Estos son imprescindibles para disminuir problemas cardiovasculares en un futuro entre otros beneficios.


De la misma forma, la diferencia de precios entre productos industriales y ecológicos o libres de crueldad animal también es sorprendente. El pack de 6 huevos camperos cuesta tan solo de 14 céntimos menos que el pack de 12 huevos medianos normales. Asimismo, a la vez que se mejora la calidad de vida de las gallinas, los huevos ecológicos o camperos al tener un proceso más natural, la calidad de estos también es mejor. Estos tienen ácido oleico, linoleico y omega 3, que ayudan a reducir el colesterol, siendo así de plena importancia para nuestra salud.


También afirman 5 de cada 10 universitarios que viven de manera independiente, que entre la hora de comer y cenar no consumen ningún alimento, saltándose de este modo la cuarta comida del día. Si lo hacen en vez de una porción de fruta aprovechan para comer algo dulce. ¿Vuelve a influir el factor económico aquí? En efecto. Algunos de ellos argumentan que con lo que pueden gastarse en fruta prefieren invertirlo en bollería industrial, que es más barata y tiene más fecha de caducidad. El problema de la fruta es que al ser natural, al poco tiempo se madura. Una buena alternativa para seguir aprovechándola es congelarla toda a trozos y mezclarla con leche para así hacer batidos saludables.
Al igual ocurre con productos esenciales como yogures, siendo ambos de la misma marca, los yogures naturales 0% sin azúcares cuestan 50 céntimos más que los yogures de chocolate. También con las salsas frescas de Hacendado, hay una diferencia de 80 céntimos del bote de Kétchup de la misma marca.
Todas estas pequeñas cosas que si no nos paramos a analizar pasan de forma desapercibida, incentivan a las personas no tan bien posicionadas económicamente a que sigan consumiendo comida chatarra. Esto puede provocar a la larga enfermedades cardiovasculares, riesgo de hipertensión o problemas renales entre otros.
Dejando a un lado la alimentación, pasamos al ámbito deportivo. En este caso 9 de cada 20 estudiantes afirman que no hacen ningún tipo de deporte por diferentes motivos. En primer lugar, la mayoría no lo hace por pereza y por no tener esa constancia. Otros, afirman que al final es un coste más y no se lo pueden permitir, sin embargo encontramos a otros alternativos que deciden hacer deporte al aire libre o los que lo hacen desde casa, a través de rutinas de YouTube. Los encuestados que hacen deporte estiman que se gastan unos treinta euros al mes en gimnasios, tenis o baile. En la diferencia de precios influyen diferentes factores: el lugar de ubicación, el aforo permitido por el covid-19… Sobre todo ahora con la pandemia, muchos establecimientos se han visto obligados a aumentar las cuotas de sus servicios pues no pueden acceder las mismas personas que antes a hacer deporte, necesitan más personal de limpieza, entre otros factores que tamién influyen.
La Universidad de Alicante por ejemplo, pone a disposición de sus estudiantes un precio muy reducido por el acceso al gimnasio. Los costes mensuales de un centro deportivo puedes ascender hasta los cuarenta euros, y tan solo por formar parte del alumnado de grado, máster o doctorado de la UA, acudir a este supone un coste de 64 euros anuales para asistir en ilimitadas ocasiones. Si tan solo queremos acceder un día a sus instalaciones también es posible, esto conlleva un coste de 1,50.
Por si fuera poco, también hay múltiples actividades para hacer. Hay quienes tienen turno de mañana pero tienen alguna asignatura por la tarde, por ello van a clase en su horario, comen en el club social y mientras esperan la siguiente clase por la tarde aprovechan para hacer algunas de estas. No todas son actividades físicas muy duras, la hay para todo los gustos: Karate, kung-fu, natación, pádel, tenis… «Al tener el horario de mañana y tener la resi aquí al lado, voy a clase por la mañana, como en el club social y acabo el día entrenando natación. Además si acabo pronto, hago tiempo en la biblioteca mientras se hace la hora de cenar. Por eso pienso que este campus recoge todo lo necesario para hacernos sentir como en casa» Relata un estudiante.